sábado, 30 de octubre de 2010

El cielo lloró a Nestor y se nos suspendio la fecha

Yo ya no se que pensar
¿Habrá sido el destino
el nos trajo este pesar
en crueles gotas
y fuertes torrentes?
Yo ya no se que pensar,
serán esas cosas
las que eligieron no jugar
y en un rincón oscuro,
llorar.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Tereré Sosa podría jugar el sabado

De las lejanas tierras del paraguay llega en un bondi destartalado el nuevo refuerzo de Ciudadela para esta sabado. Debido a las lesiones de los hermanos Vivo y la ausencia de "Tomi" Gador, que debe cuidar sus delicadas piernas para la final men, el equipo se vio obligado a llamar pibes de la cantera.
Nos detendremos en el mago que deslumbra en los entrenamientos, Nicolas Tereré Sosa. Rápido, hábil, gambeteador, algunos lo llaman el Messi de paragua. Tereré se crió en las tupidas y oscuras selvas del Paraguay. A esto se debe su baja estatura, ya que los frondosos y altos árboles no dejaban pasar la luz del sol, y esto no le permitió creecer como se debe. Su velocidad y habilidad se debe a que vivía escapando de jaguares, huyendo a toda velocidad, esquivando ramas y troncos.

Ya los programas de chismentos comienzan a hablar de el. Sorprende el parecido de Sosa con el técnico de Altético Futboliche, Marco Mazzuchelli. Según Intrusos, el coach del Buitre, hace ya tiempo, concurrió al carnaval de Asunción. En el devenir de la desvarie, entre senos y plumas, se vio por primera y ultima vez con la madre de Tereré, la India Sosa. Y sus miradas se hicieron una, sus cuerpos se fundieron en uno, y así fue concebido el pibe de la cantera, Sosita. Pero como saben, Rial y sus secuaces dicen puras patrañas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Ciudadela, el fútbol y el arte

Cuento de Roberto Fontanarrosa adaptado.

A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal. Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo.Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba a Pasión a ver los partdios de Ciudadela.

Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado en que lo vieron junto al lateral ya pasaron a considerarlo hinchada propia. Porque el viejo bien podía ir a ver los otros dos partidos que se jugaban a la misma hora en las canchas de al lado, pero se quedaba ahí, debajo del árbol, siguiéndolos a ellos.Era el único hincha legítimo que tenían, al margen de de Fran, con su rodilla agonzando en el costado. ¿No vino la hinchada? ya preguntaban todos al llegar nomás, buscando al viejo. ¿No vino la barra brava?Y se reían. Pero el viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, con un cierto refinamiento en su postura erguida, la mano derecha en alto sosteniendo la radio minúscula, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.

—La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá bromeó alguno.

—Por ahí es amigo del referí —dijo otro.

Pero sabían que el viejo hinchaba para ellos de alguna manera, moderadamente, porque lo habían visto aplaudir un par de partidos atrás, cuando le ganaron a PO United.Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Pipa cuando decidió dejarle su lugar a Motoneta, que estaba de suplente, al sentir que no daba más por el calor. Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel, a unos metros, mirando el partido. Cuando Motoneta entró a la cancha —casi a desgano, aprovechando para desperezarse— cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referíí, el Pipa se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.El Pipa pudo apreciar entonces que tendría unos setenta años, era flaquito, bastante alto, pulcro y con sombra de barba. Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.

—¿Está escuchando a River, maestro? —medio le gritó el Pipa cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.

—No sonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatado. Música dijo después, mirándolo de nuevo.

-Algún tanguito? —probó el Pipa.

—Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora.

El Pipa frunció el entrecejo. Ya tenía una buena anécdota para contarles a los muchachos y la cosa venía lo suficientemente interesante como para continuarla. Se levantó resoplando, se bajó las medias y caminó despacio hasta pararse al lado del viejo.

—Pero le gusta el fútbol —le dijo—. Por lo que veo.

El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.

—Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte —dictaminó después—. Muy emparentado.

El Pipa lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.

—Mire usted nuestro arquero —efectivamente el viejo señaló a la Araña Ochoa, que estudiaba el partido desde su arco, las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra—. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales —se quedó un momento en silencio, como para que el Pipa apreciara aquello que él le mostraba—. Bueno... Eso, eso es la escultura...

El Pipa adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.

—Vea usted —el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner— el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, verde intenso y una veladura blanca por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y Siena de los mulos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura.

Aún estaba el Pipa con los ojos entrecerrados cuando al viejo arreció.

—Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...

El Pipa procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por La Araña.

—Y escuche usted, escuche usted... —lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido—... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, los alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música...

El Pipa aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, luego del partido, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.

—Y vea usted a ese delantero... —señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado—... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro.
El Pipa se tomó la cabeza.

—¿Qué cobró? —balbuceó indignado.—¿Cobró penal? —abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha—. ¿Qué cobrás? —gritó después, desaforado—. ¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?

El Pipa lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Pipa tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.

—...¿Y eso? —se atrevió a preguntarle el Pipa, señalándolo.

—Y eso... —vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra—...Eso es el fútbol.

http://www.youtube.com/watch?v=hjfMEFMTaTY

sábado, 16 de octubre de 2010

La vida es una mierda

Bajon, 2 a 1 abajo

Hoy se disfraza de Cronista la Tana Ferro


Caos, confusión. Desorden. El balón vuela por los aires. Un delantero pasta en el area, detrás de los defensores. Y la pelota cae ante sus pies, esta en offside, dejalo. Patea y se posa en ángulo. El artillero sale a festejar y se espera el silbato que invalide el gol. Pero no. El silbato descansa en el bolsillo y la bandera del lineman se esconde del viento detrás de la zapan del susodicho. Y eso gol señores, y la puta madre es gol, que hijo de puta, no cobro y fue gol. Fue gol. La puta che, fue gol.

Hoy fue un día histórico. Único e irrepetible. Hoy fue el día en que Ciudadela junto a toda la familia Porras en una cancha. El Mago declaró "Ciudadela es y sera mi casa, que acuño a mis hermanos como parte de esta increible familia". Falto solo Sebi "el Nono" Porras, por una lesión. Todo el árbol genealógico Porras creece en el corazón de Ciudadela.

Ciudadela mostro unos once iniciales, y finales (no habia suplentes), que sorprendieron a los mismos jugadores. Pasa que como ya anticipamos la Chancha se lesiono. La Perla Vivo posee una enfermedad neuronal que lo hace demasiado bueno y se ofrecio a ayudar en los Sports de primaria. Topadora Gador se ausento otra vez por problemas con la noche. Jugo también un con nombre de mayordomo, un tal Jaime con pantalones de Quilmes.

La figura de la cancha, por lejos, fue el árbitro. Cumplió el deseo de todos los jugadores de Sirocco. Era un referi a pedido. Pero su bondad no es tan limitada, su generosidad florencio en la primavera regalando tarejtas amarillas por todos lados.

Vayamos por partes. La Araña cumplio como siempre, atajo un buen mano a mano y desp los goles fueron imposibles. Buen, de Motoneta mejor ni hablar, parece que ahora esta enamorado y esta con palomitas en la cabeza, lo que casi cuesta un gol en contra del flechado. Rill jugo bien, como ya es usual...

Saben que, yo, El Cronista, tengo paja de escribir la crónica de una derrota. Jugamos como el orto y nos cagaron. Basta de la pelotudez de "ganamos, perdimos, igual nos divertimos". Perdiste forro. Que ese positivismo pelotudo? Que le voy a sonreir a la vida que me caga todos los días? Basta!!! BASTA!!! Basta de la alegria forzada, de las palabras de aliento vacías y del pelotudo que dice "que vamos a mejorar". Que pedazo de mierda lo llena a uno de esperanzas basadas en idioteces??!! A ver, infeliz, como sabes que vamos a mejorar? que tenes? la bolita de cristal idiota, e?? el celular de Dios acaso? Yo creo que la gente más infeliz es la que se piensa feliz y va por la vida con una sonrisa de oreja a oreja, y que, en realidad, tiene una cara de salame paladini. Obivio que despues tenes los hijos de re mil puta que dicen "si ganamos no mamamos, si perdemos nos mamamos". Yo, personalmente, y les digo como persona feliz que soy, que gente pelotuda que se evade de la realidad para no ver el vacio que yace en sus pelotudas vidas. Saben este blog es una mierda, todos los lectores son una mierda, si vos no me mires con esa cara de virgen violada, no se porque comparto mi sabiduria y felicidad con gente inepta de mente tan limitada.

Sin mas,

El Cronista

La vida es una mierda

que tengan la peor semana de su vida

jueves, 14 de octubre de 2010

ULTIMO MOMENTO: La Chancha no podría seguir revolcandose en el lodo.


Ya hace tiempo que a los gladiadores del León lo persigue el fantasma de la lesiones. Se dice que por las noches se cuela en las habitaciones de los jugadores y penetra los muslos y las piernas de los susodichos causando esguinces, desgarros y cualquier otro tipo de estragos.

Esta ves le tocó a la Chancha Vivo. Su pierna izquierda fue poseida por este espiritu maligno dejandolo tres semanas sin jugar. Pero tranquilos, una bota de hierro fue colocada el pie endemoñado asi el fantasma no puede escapar. El exorcista Pancho Peña y todo el team de Cazafantasma trabaja codo a codo para extraer el demonio del pie del crack de Ciudadela.

sábado, 2 de octubre de 2010

Ciudadela vs la Nada FC

Desde la comodidad de sus sillones, desde los dulces sueños sangrados en los lechos de los soldadados del Leon, Ciudadela gano el partido. Asi pues, el equipo contrario no se presento y Ciudadela gano el partido (hubo un pedido que le den cuatro goles a Motoneta, confirmaremos proximamente).

Ciudadela ganó hoy, no fue un partido fácil pero triunfo ante la bronca de enfrentarse a la nada, a ese vacío existencial que, quierase o no, algun dia teniamos que enfrentar. Chocar con la decepción de llegar a Pasion con los botines bien atados y afilados, las medias altas y la camiseta dentro del pantalon, y despues de todo te dicen que no se juega. Hoy es el día, muchachos, que nos enfrentamos a la Nada, que nos sirva para ver nuestras falencias, a luchar contra nuestros miedos y sumergirnos en nosotros mismo, tanto como individuos y como equipo. Ojala que cada uno en este partido, uno de los mas dificiles de la vida, salga victorioso.

Que la vida les sea simpatica,

El Cronista